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lunes, 30 de julio de 2018

¿Han disminuido los reportes de avistamientos de OVNIS en los últimos años?

(Julio 2, 2018). En una época en la que gente incluso preparada y culta es capaz de creer que un diente se disuelve en Coca Cola en un solo día, parecería lógico que la creencia en visitantes de otros planetas y mundos se levantara día a día como un cohete espacial. No obstante, al revisar ciertas cifras encontramos con asombro que la curva hacia el espacio no es tan empinada como pensábamos.

Statista reporta:
¿Has visto una extraña luz brillante cruzando su camino a través del cielo nocturno o un misterioso disco naranja que se cierne sobre los árboles en la distancia? Si lo has hecho, ¡entonces no estás solo! De acuerdo con el Centro Nacional de Informes de OVNI (MUFON en inglés) en los Estados Unidos, los avistamientos de OVNIS están alcanzando cotas récord . En 1990, la organización solo registró 307 avistamientos (la mayoría están en los EE.UU., pero sus registros incluyen avistamientos mundiales) y esos se han disparado en los años posteriores. Alcanzaron un máximo de 8.619 en 2014 antes de caer a 5.516 en 2016.
Sin duda las últimas décadas han visto un crecimiento en los reportes de OVNIS, pero llama la atención ese descenso entre 2014 y lo que va de 2018. ¿A qué se debe? Jennings Brown de Gizmodo cuenta:
Durante los últimos años han habido cada vez menos avistamientos de ovnis reportados en los Estados Unidos, de acuerdo con el analista de estadísticas encargado de dar sentido a todos los datos adquiridos por el grupo civil de investigación de ovnis más importante del país.

(…) “Definitivamente ha habido una caída en los últimos años”, dijo a Gizmodo David C. Korts, estadístico de MUFON . “La caída no ha sido una línea recta, pero al observar los números encontramos un pico en 2012 y, desde entonces, una caída de 30% a 40% del año 2012 a 2017”.

(…) Cheryl Costa, una escritora que fue nombrada Investigadora del Año durante el Congreso Internacional de OVNIs de 2018, recientemente analizó los datos de avistamientos de MUFON y el Centro Nacional de Informes de OVNIs (NUFORC) durante los últimos 17 años, e informó sus hallazgos al Syracuse New TimesSu análisis reveló que, después de un aumento constante en los informes de avistamientos desde 2001 hasta 2012, los informes han ido disminuyendo considerablemente.

¿A qué se debe la disminución?

De acuerdo con los especialistas de MUFON y NUFORC entre las razones podría estar:
Si bien tanto MUFON como NUFROC reciben informes de avistamientos a través de internet, los investigadores de campo de MUFON examinan los informes e intentan filtrar fraudes, errores y objetos que sí es posible identificar. Según Korts, MUFON termina borrando la mitad de los reportes que las personas envían. “Trabajo con un conjunto de datos altamente filtrado y altamente limpio”, explicó Korts.
Es decir, las agencias se han hecho más estrictas en descartar información imprecisa, fotos de mala calidad, etc. Por otro lado, la cultura de las redes sociales es más conspirativa que fáctica:
Hill también cree que la cultura en torno a las investigaciones alienígenas ha cambiado para centrarse en conspiraciones exopolíticas, es decir, supuestos intentos de los gobiernos para suprimir información sobre visitantes extraterrestres, en lugar de lo que está directamente en el cielo sobre nosotros. “Las ideas sobre conspiraciones se han infiltrado y dejaron en segundo lugar la idea de investigar ovnis”, dijo. “Si no eres capaz de investigar esas cosas es porque son conspiraciones”.

Fuente:  https://verifikado.com/avistamientos-ovnis/

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miércoles, 11 de julio de 2018

LA PROSTITUCION DEL PERIODISMO PARANORMAL

Publicado en El Ojo Crítico nº 51 (y en El Ojo Crítico  nº 23)

Cuando un joven, con esa encantadora ingenuidad de la adolescencia, se acerca al mundo del misterio, lo hace con el mismo candor impecable con que algunos niños/as quieren ser enfermeras, bomberos o misioneros “cuando sean mayores”. Con pasión y avidez se consumen las “pagas del domingo” en revistas esotéricas y libros sobre ovnis; normalmente de segunda mano porque el presupuesto no da para las novedades, a menos, claro está, que se trate de lo último de Benítez, Ribera, Del Oso, o alguna otra “gran celebridad” del mundo paranormal. Cuyas obras son devoradas de un tirón, robándole horas al sueño y ese examen de matemáticas que deberíamos estar preparando, en lugar de empollarnos la vida y obra de Allan Kardec, o las aventuras de los ummitas en la tierra.
Cuando quieres darte cuenta te has fundido el presupuesto semanal en el Año Cero, el Enigmas o el Mas Allá (en mi época era el Karma-7, Universo Secreto o Mundo Desconocido), en lugar de haberlo invertido en la discoteca, el cine, la litrona, o alguna chinita de hachís, como hacen la mayoría de los adolescentes “normales”. Con esa dulce credulidad, que oscila entre la mitomanía y la curiosidad, nos emocionamos con las últimas aventuras del ufólogo de turno, que consigue esquivar el hermetismo militar para sustraer algún nuevo informe oficial sobre avistamientos OVNI; o con el apasionante experimento de laboratorio que algún intrépido parapsicólogo ha conseguido diseñar para estudiar el incremento de los mensajes telepáticos en sueños; o con la apasionante odisea del sagaz investigador que ha conseguido infiltrarse en una secta satánica para descubrir los secretos del “Lado Oscuro”… Algunos adolescentes, por absurdo que parezca, llegan a mitificar de tal manera a los investigadores de lo paranormal, que sustituyen en sus carpetas escolares (y en los casos más grabes en los posters de su habitación) el rostro de Silvester Stallone (sienta o no las piernas) o el último concierto de las Spice Girls (en mi época era AC/DC), por las fotos de algún avezado astro-arqueólogo al pié de la Gran Pirámide, o de algún “reportero de lo insólito” posando junto las Caras de Bélmez. Para esos jóvenes, los investigadores de lo paranormal no son meros mortales que intentan descubrir respuestas a algunos enigmas científicos, sino una especie de cruce genético entre Indiana Jones y el agente Mulder, cuya honorabilidad se presupone incuestionable. Vana presunción…
Los intocables del misterio
Todos fuimos jóvenes, y en mayor o menor grado, pasamos por esa dulce mitomanía. Yo aún recuerdo, cuando la paga semanal no permitía una grabadora en el presupuesto, la inenarrable emoción que sentía, armado con una linterna en los dientes para poder tomar notas parapetado bajo las sábanas (mis padres -como cualquier padre- no aprobarían que robase horas al sueño para escuchar “tonterías esotéricas”), mientras escuchaba embelesado el “Media Noche” de Antonio José Alés, “En el Filo de la Navaja” de Enrique de Vicente, o “Espacio en Blanco” de Miguel Blanco… Conservo aún aquellos cuadernos escolares llenos de apresuradas anotaciones, con las que intentaba inmortalizar en mi incipiente archivo personal, aquellas extraordinarias revelaciones que los invitados de aquellos legendarios programas hacían en cada entrevista, antes de que se diluyesen en las ondas hercianas… Exactamente lo mismo ocurría con los programas de TV. Yo aún no tenía vídeo cuando el Dr. Jiménez del Oso me hipnotizaba frente la pantalla, domingo a domingo, en su Puerta del Misterio. Hoy, con la perspectiva de los años, me siento un poco ridículo al rescatar de esos viejos cuadernos escolares, dibujos garabateados con frenesí, intentando reproducir las reconstrucciones gráficas que ilustraban los casos que presentaba el Dr. del Oso. ¿Como era posible que mis profesores ignorasen en las aulas, las trascendentales revelaciones sobre la historia, el más allá o la vida extraterrestre que escuchaba en aquellos programas, o leía en las revistas especializadas? Gracias a Dios teníamos un Antonio Ribera, un Antonio José Alés, un Enrique de Vicente, un Prof. Darbó, etc, que, como una especie de cruzados de la “Verdad”, luchaban contra el Sistema para rescatarnos de nuestra ignorancia, y de la manipulación de los poderes establecidos…
Después llegarían los congresos y los cursos. Para un estudiante de 16 o 18 años, reunir las 5000 pesetas que costaba la entrada a un congreso de parapsicología, o las mensualidades del Curso de Parapsicología Superior del Instituto de Ciencias Parapsicológicas Hispano Americano (que por entonces dirigía el Prof. Darbó), o los Cursos de Hipnosis Practica, del Prof. Rovatti, eran una labor titánica, gigantesca… pero merecía la pena. En aquellas conferencias, en las que tenía el privilegio e escuchar, cara a cara, a aquellos grandes monstruos del conocimiento paranormal, pensaba que podría encontrar las grandes respuestas, a los grandes enigmas, además de obtener -si había suerte- el autógrafo de aquellos héroes del misterio, dedicándome su último libro. Y como yo, aún hoy, quince años después, la mayoría de los jóvenes aficionados a lo paranormal, acuden a los congresos y seminarios paranormales con la ingenua creencia de que van a encontrar allí la Verdad que ansían. Como si alguien poseyese esa Verdad, y menos aún, pudiese ofrecerla en una conferencia ilustrada con diapositivas… Y todavía hoy continúan pidiendo autógrafos, como si estuviesen ante la selección española de fútbol, o ante los Rolling Stones… claro que el garabato de Butrageño o de “Morritos Jager” en una servilleta de papel, es un fetiche tan absurdo -o tan digno- como el de cualquier cazador de misterios…
Los casos perfectos
Pero los años pasan, y uno comienza a hacerse más crítico, al descubrir que los “casos perfectos”, no lo son tanto… Que los moais de la Isla de Pascua, no son tan grandes ni tan pesados como pretendía Däniken, ni todas los marcianos son auquianos como decía Sesma… Que no todas las psicofonías son voces de los espíritus, ni todos los OVNIs son naves extraterrestres, ni todas las sectas satánicas devoran niños crudos… Y lo que es más terrible, uno termina conociendo personalmente a aquellos mitificados personajes que solo conocía a través de las ondas de radio o las fotografías en la revista de turno… y descubre algo terrible… que son simples personas… con sus virtudes y sus miserias… con sus cualidades y sus pecados, como cualquier otra persona. Y entonces, aquel idealista y mitómano adolescente se percata de que las revistas comerciales esotéricas son eso, revistas comerciales, y como tales deben producir beneficios, o de lo contrario desaparecerán, como desaparecieron aquellas históricas Telepsiquia, Paraciencia, Espacio y Tiempo o Mundo Desconocido. Y los programas de radio deben generar beneficios (o al menos no pérdidas) a sus respectivas cadenas. Y los congresos deben generar ingresos para costear los gastos y los consabidos “cachés” de los conferenciantes… exactamente igual que en cualquier otro campo profesional. Y uno siente la tentación del desencanto. ¿No deberían ser esos legendarios investigadores del misterio, esos buscadores de la Verdad, una especie de altruistas misioneros de un sacerdocio paranormal, que trabajasen por amor al prójimo exclusivamente?
Uno se responde a si mismo al percatarse de que la comercialización del misterio es la misma, o menor aún, que la que se produce en otros campos de la cultura occidental. ¿No es la medicina la profesión más hermosa que existe en el universo? ¿Y no es cierto también que los grandes cirujanos amasan fortunas millonarias? ¿Y no es cierto acaso que un indigente enfermo de los ojos está condenado a la ceguera, por no poder costearse la operación que le repondría la vista? ¿Significa eso que la medicina es sólo cosa de quien puede pagársela? ¿Sería lícito condenar a nuestros médicos como charlatanes embaucadores por no dedicarse al oficio más trascendental del mundo de forma absolutamente gratuita? Por supuesto, la respuesta es no. En una sociedad consumista, es lógico que un profesional cobre unos honorarios por su tiempo y su trabajo. El lógico que un médico cobre por su trabajo, como lo es que lo haga un parapsicólogo o un vidente. Pero ¿y si el médico receta fármacos por cuya venta se embolsa un porcentaje? ¿Y si el cirujano exagera su diagnostico para poder cobrar la millonaria factura del quirófano? ¿Y si en el hospital utilizan a los pacientes para experimentar un nuevo fármaco? ¿Y si la compañía farmacéutica fomenta una determinada enfermedad para poder comercializar su vacuna? Lamentablemente lo mismo ocurre en el mundo de la política, en el mundo de la industria militar, en el mundo de las finanzas… o en el mundo esotérico. Un día, aquel joven ingenuo descubre que, algunos de sus mitos, no sólo ya no buscan la Verdad (imagino que lo hicieron algún día) con sus libros, programas o conferencias, sino que su objetivo es mucho más prosaico y cercano…. pagar las facturas a fin de mes. Porque incluso los ufólogos, ocultistas y parapsicólogos más célebres consumen luz eléctrica y agua en sus casas. Y el alquiler, y la bolsa de la compra, no pueden ser objeto de trueque a cambio de una disertación sobre las Piedras de Ica o el Monstruo del Lago Ness… hasta los esoteristas más célebres deben usar el dinero. Y eso no es malo, es inevitable.
Y uno conoce un día a Antonio José Alés, aquel fantástico profesional de la radio, de voz grave y tono pausado, que tantas noches de fantasía y misterio nos obsequio a todos. Y, entre copa y copa, el legendario autor de las “Alertas OVNI de la SER”, le confiesa que no cree en los OVNIs, ni en el más allá, ni en los fantasmas… ni en nada de lo que cuenta. Y uno se contagia de aquel desencanto, porque descubre que aquellos fantásticos relatos nocturnos, que creía informes sobre auténticos casos reales, eran solo eso, relatos fantásticos. Al menos para su autor, que se justificaba con un “a mi edad, no me voy a poner a hacer radio deportiva, y esto me da para vivir”. ¿Quien puede reprochar esa actitud? Y uno termina por conocer al admirable Profesor Darbó. Aquel enigmático parapsicólogo de la eterna perilla, cuya extensa bibliografía sobre posesiones, hipnosis, parapsicología, siempre “en profundidad”, había devorado en su ingenua adolescencia. Y se recuerda memorizando cuadernillo a cuadernillo, y cinta a cinta, su magno Curso de Parapsicología en el ICPHA. Y casi con idénticas palabras que el radiofónico Alés le espeta en el alma esa terrible confesión.
“Yo no creo en lo paranormal, pero me da de comer”
El “Teacher” tampoco cree en las posesiones, ni en la hipnosis, ni en la parapsicología, ni en los ovnis “ni creo en nada de eso, pero a mí me da para vivir…”. ¿Puede alguien cuestionar esa lícita actitud? Si un profesional trabaja por lo mismo que trabajan todos los profesionales de todos los oficios -por dinero-, quien esté libre de pecado (y no acuda a su empleo por el sueldo) tire la primera piedra. Sin embargo, que sea lícito no evita que para un ingenuo adolescente, que piensa que los “grandes del misterio” se creen lo que dicen, resulte descorazonador. Pero vayamos más allá. ¿Y si el profesional no sólo hace su trabajo (divulgar un misterio) sino que, como el médico que no cura sino favorece unos síntomas, lo provoca? Me explico. A mi juicio es muy lícito que un investigador o un divulgador viva (o lo intente) de su trabajo. Pero la labor de un investigador honesto es luchar contra el misterio, es decir, resolver los misterios, no crearlos. Naturalmente es muy lícito que Alés cobrase (como cualquier otro profesional de la radio) por sus multitudinarias Alertas OVNI… pero ¿es lícito que fomentase conscientemente fraudes en el Palacio de Linares para publicar reportajes sobre el tema? (entre otros engaños paranormales. Ver EL OJO CRITICO Nº 0). Por supuesto considero lícito que el Prof. Darbó cobre el merecido sueldo que percibe por sus libros, programas o su revista (Karma-7) pero… ¿es lícito que fomente conscientemente mitos en los que no cree, como el “pitufo” capturado en los bosques de Gerona? Yo no lo sé. Y aún voy más allá.
Por supuesto es lógico que un medio de comunicación informe sobre todo tipo de investigaciones, teorías y conjeturas. Pero, ¿resulta ético que un medio especializado fomente deliberadamente un determinado estado de opinión sobre un tema, con objeto de favorecer comercialmente a terceros? Pondré un ejemplo. En los últimos 3 meses (abril, mayo y junio de 1998) la revista AÑO CERO ha dedicado 2 portadas y 3 reportajes centrales a Egipto ¿a qué obedece ese repentino interés por cuasi-especializarse en los misterios faraónicos? ¿acaso se han producido algún descubrimiento trascendental en el país de las pirámides que merezca tal monopolización de contenidos en la revista de Enrique de Vicente? Al leer los artículos, todos ellos firmados por D. Manuel José Delgado, se sorprende al reconocer los mismos contenidos y fotografías que el autodefinido “piramidólogo más famoso de Europa” (sic) ya había publicado en otras revistas como MAS ALLA y ENIGMAS o, según afirman algunos egiptólogos (licenciados de verdad, y no pirámidólogos de “Todo a 100″) simplemente ha plagiado. (Por mi parte sugiero la lectura del artículo sobre La Gran Pirámide publicado en la Revista de Arqueología nº 179 -marzo l996- y superponerlo con el último artículo de Delgado en AÑO CERO antes citado). ¿por qué entonces esa ingente dedicación de páginas a fomentar los misterios egipcios? ¿acaso Delgado consiguió engañar a De Vicente para plagiar sus propios textos volviendo a cobrarlos (cosa que me parecería muy lícito en un investigador independiente que deba costearse sus trabajos)?. No, la respuesta, decepcionante, se encuentra en las páginas 35 del número 95, y 63 del número 94. Todo ese despliegue “informativo” (yo diría desinformativo) dirigido a fomentar una imagen esotérica, misteriosa y pro-extraterrestre de Egipto es en realidad una excelente operación de marketing. Se trata de popularizar la imagen de Manuel Delgado y crear la expectativa en los lectores de AÑO CERO, para fomentar deliberadamente su interés por Egipto, con objeto de vender un “viaje iniciático” a la tierra de las pirámides. Al indagar en la agencia de viajes Bidón, que gestiona este lucrativo reclamo, la Sta. Noemí no informará muy amablemente de como, de la mano de Manuel Delgado, por solo 211.000 pesetas por persona (algo más si queremos pensión completa en el viaje) podremos conocer los secretos de Egipto, y “hacer trabajos de meditación, captación de energías y limpieza de chakras…” (sic). Me pregunto yo ¿como alguien que pretende presentarse como un “egiptólogo científico” limpia chakras y capta energías sutiles en las pirámides…?
Viajes esotéricos, el negocio de moda
Responderé próximamente a esta pregunta. Merecería todo un reportaje monográfico (ya estamos en ello) analizar los trabajos de Manuel José Delgado y sus cuestionables teorías sobre Egipto. Consumado viajero, con una dilatada experiencia en Egipto, ha sido autor de unos videos divulgativos sobre La Gran Pirámide que yo recomiendo a todos los lectores, como hasta hace poco recomendaba la lectura de sus trabajos, que yo he devorado con la fascinación más absoluta. Para mi traumática decepción, recientemente descubrí la descorazonadora tendencia al engaño y compulsiva fabulación (en demasiados casos falseamiento deliberado de la verdad) de su autor. Por supuesto, el acceso nocturno a la Gran Pirámide, a las supuestas galerías secretas, etc, que oferta en sus viajes, como una exclusiva fruto de sus contactos políticos, en realidad está al alcance de absolutamente cualquiera. Basta con pagar los mismos sobornos a los vigilantes o a los inspectores arqueológicos, como hace Delgado y otros muchos organizadores de viajes similares. Nadie puede cuestionar, in embargo, su meritoria formación autodidacta y heterodoxa sobre el Egipto faraónico, a pesar de que no nos parezca lícito que se haga pasar por egiptólogo y “Profesor de Egiptología” (hemos presenciado este tratamiento personalmente en varios viajes a Egipto en su compañía), con objeto de avalar con esa inexistente titulación, sus opiniones personales, por otro lado tan dignas o tan indignas como las de cualquier auténtico licenciado en historia.
No seré yo quien fomente la absurda mitificación de una licenciatura universitaria, como si los licenciados y hasta doctorados, no dijesen tonterías de vez en cuando. Pero tampoco considero moral, ni necesario, apropiarse de títulos inexistentes para reforzar nuestras conjeturas y teorías personales. Sobre todo si el objetivo de refrendar esas teorías es la organización de lucrativos “viajes iniciáticos”, sean estos a Egipto, o a la Alpujarra granadina. Solo en 1996 más de 120 personas viajaron a Egipto en los viajes organizados por Manuel José Delgado. Con un sobrecargo de 40.000 pesetas sobre el precio individual que en realidad cobraba la agencia de viajes por cada viajero, y suponiendo que tan sólo 100 personas abonasen íntegramente su billete nos arroja unos beneficios de 4 millones de pesetas de dinero negro para Delgado y sus colaboradores. A ello habrá que añadir el “fondo de viaje” (de 10 a 20.000 pts más) que una vez en El Cairo abonaría cada viajero (para propinas, teóricamente), los reportajes de prensa y TV, videos y conferencias, que Delgado explota posteriormente a sus estancia en Egipto. Por no hablar de otro tipo de favores…
Durante todo 1997 Delgado dirigió un programa radiofónico en la Cadena Radio VOZ titulado “La Guerra de los Mundos” en el que no incluía cuña publicitarias, por las que debería ceder a la cadena su porcentaje, sino que dedicó el programa a fomentar, semana a semana, la leyenda del Egipto esotérico y mágico, para posteriormente comercializar viajes iniciáticos a Egipto e Israel, sin tener que pagar a Radio VOZ la publicidad encubierta. Tan bien funciona este poco conocido negocio esotérico, que, según anuncia AÑO CERO, a partir de este años se amplia la oferta de viajes iniciáticos a Perú. ¿Resulta lícito este negocio millonario a costa del pasado? Por supuesto que sí. Al fin y al cabo el Museo del Cairo y todo el negocio turístico de Egipto mueve sumas mayores de dinero. Pero hay sólo una diferencia: el móvil del viaje. Mientras un museo arqueológico, una universidad o una agencia de viajes fomenta viajes a Egipto por puro turismo o por pura formación cultural, los viajes de Delgado incluyen ·”experiencias iniciáticas”, “activación de los chakras humanos en los chakras telúricos egipcios”, “regresiones a vidas pasadas” (casualmente todos han vivido en el Egipto faraónico en otra vida). En dos ocasiones tuve la oportunidad de presenciar algunos de esos bochornosos espectáculos que, por pudor, no detallaré. Naturalmente cada individuo es libre de vivir su fantasía personal, fabulando reencarnaciones faraónicas mientras se revuelca por la cámara del caos en la Gran Pirámide, iluminaciones místicas dentro del sarcófago de Keops, o la higiene de sus chakras en la Isla Elefantina. Sin embargo, el fomento consciente de ese tipo de fantasías puede, en mi humilde opinión, acarrear todo tipo de trastornos psíquicos en una mente ligeramente desequilibrada. Y, por desgracia, un porcentaje de los individuos que acuden a los viajes “iniciático-esotérico-faraónicos” de Manuel José Delgado, podrían encajar en esa categoría. Nadie en su sano juicio pagaría 40, 50 o hasta 60.000 pesetas más sobre el precio real del viaje turístico, para que le limpien los chakras y le hagan revolcarse por los suelos para captar las energías telúricas…. Naturalmente un ataque de histeria en lo alto del Valle de los Reyes, a cargo de un fanático esotérico, al recordarse la reencarnación de Tutankamon, no es más peligroso, aparentemente, que los ataques de histeria de cualquier hincha del Real Madrid en un final de liga… claro que uno ya sabe a qué extremos puede llegar el fanatismo en el fútbol… Por otro lado, y por no extenderme más, todas estas actitudes, especialmente comerciales, no hacen más que empobrecer la ya maltrecha imagen del mundo paranormal.
Fantasmas, vampiros… y pitufos
Los Palacios de Linares, los “pitufos” de Gerona y los “viajes iniciáticos a Egipto” no son más que golosos regalos para los detractores sistemáticos de lo paranormal. Asociaciones como ARP que, al menos, sólo estafan presupuestos universitarios (eso sí, más lucrativos que cualquier congreso esotérico) haciéndose pasar por “escépticos expertos en lo paranormal” para defender el dogma pseudo-científico gracias al sensacionalismo comercial de quienes aseguran cosas como que “mi descubrimiento de la Cámara Secreta de La Gran Pirámide podrá darme el premio Novel” (cita textual de Manuel Delgado); que “en Gerona dos matrimonios capturaron a un “pitufo” que se subía a los bafles de la radio” (sic.) como dice el Prof. Darbó, etc. Pero eso no es importante. Al fin y al cabo lo peor que puede ocurrir es que tengamos que soportar las críticas (en este caso merecidas) de los negativistas profesionales, que podrán acusarnos de utilizar el misterio sólo como un lucrativo negocio. No, lo peor es que el mundo de lo paranormal, tan repleto de incógnitas y ambigüedades, es el terreno más fértil para que abonen todo tipo de psicopatías. Mitos como el de los faraones reencarnados en cada viajero a Egipto, o fantasmas del Palacio de Linares proclamando auténticos discursos interminables (dignos del Comandante Castro) en sospechosas psicofonías, encierran serios peligros. Por supuesto una mente medianamente racional no se dejará influir por esas fantasías (probablemente ni siquiera se dejará influir por la esotérica publicidad de los viajes iniciáticos a Egipto , ni por los casetes comercializados con las psicofonías del Palacio de Linares), pero ¿y si no es una mente racional la que consume esos productos? ¿Y si se trata de un maniacodepresivo? ¿o de un místico? ¿o de un visionario similar a los adeptos a la Puerta del Cielo de California, a los Davidianos de Wacco o a los Templarios Solares de Francia? En mi humilde opinión el investigador, y más aún, el divulgador de los fenómenos paranormales debe ser total, completa y absolutamente impecable. Bajo ningún concepto, y por ninguna circunstancia, puede fomentar los mitos y menos aún los fraudes, amparándose en el derecho a la información. ¡Caramba!, existen tantos misterios reales, o al menos no demostradamente falsos, que no es necesario alentar más mentiras. Considero lícito -y es sólo una opinión personal, como todas las reflexiones en voz alta de este texto- la profesionalización de la divulgación de estos temas (aunque también la considero casi imposible), pero debemos ser extremadamente cautos en ese proceso. Recordemos aquel joven ingenuamente ilusionado por el mundo del misterio.
Tras años de feroz lectura comenzará a hacer sus primeros pinitos en la investigación, redactando breves noticias que, tímidamente, envía a alguna revista esotérica. ¿A quien no le agrada ver reflejado su trabajo en un medio de masas? ¿Quien no siente ese cosquilleo en el ego al ver su firma y su foto ilustrando esa información, para fardar ante los amigos del barrio? A lo mejor hasta le pagan mil o dos mil duros con los que amortizar el dinero invertido en el autobús, la pensión, o los carretes de fotos y cintas que ha utilizado en su humilde investigación. Después llegarán los grandes reportajes a todo color, las entrevistas en radio y televisión, y ese apostolado ingenuo de unos misterios que aún considera de trascendental importancia para la humanidad. Más tarde dará sus primeras conferencias, donde docenas de ojos clavados en él escucharán atentos sus palabras, y tal vez otros apasionados por el misterio, más jóvenes o más ingenuos que él, también fomentarán su ego pidiéndole autógrafos o hasta hacerse una foto juntos… Y de no estar constantemente atento a sus emociones, un día descubrirá que su importancia personal ha restado relevancia a aquella cuestiones que antes eran fundamentales; el más allá, el universo, o la mente, que le hicieron iniciarse en la investigación, y ahora han dejado paso al dinero y la fama que pueden reportarle afirmaciones (cuanto más dogmáticas y sensacionales mejor) sobre los extraterrestres, la reencarnación, o la limpieza de chakras en Egipto. Y lo más lamentable, una vez dentro de ese círculo vicioso puede ser absorbido por una hipocresía generalizada que convierte a los más famosos o veteranos divulgadores del misterio en “intocables”.  
Al fin y al cabo, cuestionar a los directores de las revistas especializadas o de los programas esotéricos puede incluirnos en las “listas negras”. Entonces ya no podremos publicar en esas revistas, no seremos invitados a esos programas ni asistiremos a esos congresos multitudinarios (como sin duda ocurrirá conmigo tras este escrito). Pero, ¿realmente merece la pena prostituir nuestra conciencia por publicar un artículo o dar una conferencia? ¿compensa verdaderamente divulgar cosas que sabemos mentiras, sólo para eclipsar a otros investigadores y obtener más protagonismo (dímelo tú Mahou)? ¿podemos mirar a los ojos de esos jóvenes adolescentes que creen lo que escribimos y decimos, si no lo creyésemos nosotros? Yo creo que no, por eso, tras sentir la tentación de publicar estas reflexiones bajo pseudónimo, sabiendo las enemistades que me acarrearán con algunos “intocables”, creo que sería como caer en lo que estoy criticando, aunque de esa forma no me vetasen en las revistas o congresos que estoy cuestionando. Mi nombre es Manuel Carballal y, por supuesto, yo también he sido tentado por la importancia personal y la comercialización del misterio. Ojalá, si algún día mi ego o mi ambición me hacen caer en esas tentaciones, algún otro joven e ingenuo investigador sea capaz de denunciar esa situación, como yo lo hago ahora, con la mejor de las intenciones. Porque no se trata sólo de un producto comercial, sino que nuestras palabras forman la opinión y pueden condicionar las creencias de las personas que realmente creen lo que decimos. Y debemos ser muy amigos de Platón, pero deberíamos ser más amigos de la Verdad…
Manuel Carballal

martes, 10 de julio de 2018

LA CATEGORÍA O.V.N.I. Y SU APLICACIÓN PRÁCTICA


La sigla O.V.N.I. (U.F.O.) no determina nada. Es una definición por la negativa. Dice que no sabemos de qué se trata.

De que lo que no sabemos es la verdadera naturaleza de un “objeto que vuela”.

La primera objeción que podemos plantear es que quizás no se trate de algo que está volando sino flotando en el aire, como un globo o una pompa de jabón. Punto básico: no todas las cosas que están en el aire están volando.

La segunda objeción es que la sigla se refiere a un objeto. Pero bien puede ser una manifestación de energía de cierto tipo. Por ejemplo, un rayo globular, fuegos de San Telmo, Sprites, luces de terremotos o de Hessdalen.

Por lo tanto, si excluimos la segunda y tercera letra de esta sigla, quedamos con el concepto de No Identificado.

La pregunta inmediata es: ¿quién dice que algo es no identificado? O ¿cuántas personas dicen que es no identificado? ¿Están implicados instrumentos de detección?

Si –como investigadores— consideramos la denuncia de OVNI procedente de apenas una persona, el valor de esa denuncia será mínimo, excepto si la persona es alguien con un sólido historial científico, el cual, sin embargo, da solo un plus respecto de un individuo común, pero no mucho más finalmente. Aún los científicos pueden confundirse.

Si la denuncia de un mismo fenómeno procede de una cantidad de testigos que se encuentran en una misma área, pero que son totalmente independientes entre sí, el informe adquiere más relevancia.

Indudablemente algo ha sido visto en el aire que muchas personas no pudieron identificar con nada que ellas conocieran.

Si añadimos a la denuncia de OVNI que, aparte de muchos testigos independientes, el fenómeno fue captado en fotos, video y radar, el caso llega a ser robusto.

Sin duda, algo extraño ha ocurrido.

El análisis de fotos, videos y de la detección por radar –si la misma ha sido grabada-- vendrán en apoyo de lo que los testigos vieron a simple vista.

Es altamente posible que una vez que las fotos, los videos y aún la detección por radar sean analizadas, pueda haber una explicación convencional.

Muchas veces las condiciones meteorológicas y aún más, las condiciones psicológicas en el momento de la denuncia de OVNI, pueden influir en la denuncia misma.

Pero es importante acordar y conceder que el investigador puede llegar a un punto en el cual él o ella no tenga una explicación convencional para el fenómeno.

No sabemos todo. La ciencia nos provee con la mejor metodología si queremos conocer algo, pero la ciencia en sí misma está permanentemente tratando con lo desconocido que procura conocer.

Como dijo el físico Brian Cox (*): “Me siento cómodo con lo desconocido –ese es el objetivo de la ciencia. Hay lugares ahí fuera, miles de millones de lugares ahí fuera, de los que no sabemos nada. Y el hecho de que no sepamos nada sobre ellos me estimula, y quiero salir y saber acerca de ellos. Y de eso se trata la ciencia. De modo que si no estás cómodo con lo desconocido, entonces es difícil ser un científico… Yo no necesito una respuesta. No necesito respuestas para todo. Necesito tener que encontrar respuestas.”

Es por eso que yo acepto la idea general de que puede haber cosas que aún están “no identificadas”, lo cual no significa necesariamente que no sean identificables.

Pero como investigadores, pienso que tenemos que estar abiertos a la posibilidad de que podamos encontrar algo que por más que hayamos luchado por identificar, puede permanecer no identificado para nosotros.

Y eso puede ser una gota en el vasto océano de cosas identificables que la gente, en general, puede denunciar como “no identificadas” simplemente porque sucumbe a la tendencia en que se le ha hecho pensar a la sociedad (lo cual es una forma de ignorancia), porque busca publicidad, o –aún peor— hacer dinero.

Si algo permanece no identificado para nosotros –investigadores—tendrá que ser luego de haber recogido toda la información posible sobre el fenómeno en cuestión. No por investigación de campo mal realizada o por datos insuficientes.

No se trata de que ciertos fenómenos sean insondables, pero necesitamos reunir toda la información posible a lo largo del tiempo, para finalmente arribar a la identificación de lo que podría ser un nuevo desarrollo tecnológico, o un fenómeno natural aún no muy bien estudiado. El perfecto ejemplo de esto son los Sprites, cuya existencia la ciencia recién reconoció en 1994.

Brian Edward Cox OBE, FRS, (nacido el 3 de Marzo de 1968) es un físico inglés que trabaja como profesor de física de partículas en la Facultad de Física y Astronomía de la Universidad de Manchester.

Milton W. Hourcade

sábado, 23 de junio de 2018

MIS EXPERIENCIAS CON LOS CONTACTOS (JOHN KEEL)

Observaciones de OVNIS, entrevistas con testigos, llamadas telefónicas de ovninautas, predicciones exactas de catástrofes. . . estos hechos llevaron a un destacado especialista del escepticismo a la creencia. 


Un año después de que había lanzado mi investigación sobre los OVNIS, yo estaba en cero. Mi teléfono sonaba y misteriosos extranjeros me llamaban día y noche para darme mensajes de "la gente espacial". Después me lanzaron dentro del mundo de pesadilla de la demonología. Tuve encuentros con cadillacs negros en Long Island y cuando traté de perseguirlos desaparecían en callejones sin salida. En 1967 me llamaban en medio de la noche para que fuera a "rescatar" a contactos en problemas. Objetos aéreos luminosos parecían seguirme como perros fieles. Los objetos parecían saber a dónde iba yo: a ir y dónde había estado. A veces verificaba en algún hotel y encontraba que habían hecho reservaciones a mi nombre. Yo estaba acosado por coincidencias increíbles. Más de una vez me desperté en medio de la noche para encontrar que no podía moverme y una enorme aparición estaba enfrente de mí.
Por un tiempo dudé de mi propio estado mental. Yo una vez fui el peor de los escépticos. Escribí un libro, Jadoo, que denigraba las leyendas místicas del Oriente. Pero cambié mis puntos de vista. Encontré muchos contactos silenciosos y se notaba que todos estaban sufriendo los mismos síntomas fisiológicos y psicológicos. A través de estos contactos, cuyas experiencias nunca han sido publicadas, entré en comunicación con los seres. Cuando un OVNI aterrizaba en una granja aislada y un ovninauta visitaba a un contacto, éste me llamaba inmediatamente y yo conversaba con el ser por teléfono, algunas veces por horas. Esto suena ridículo, pero sucedió. Mis notas, cuentas y otros materiales atestiguaban el hecho.
Ahora, en retrospectiva, veo lo que realmente estaba sucediendo, el fenómeno me introducía a aspectos que nunca había considerado antes. Me iban llevando, paso a paso, del escepticismo a la creencia. Cuando mi pensamiento se desviaba y mis conceptos se torcían, los acontecimientos me regresaban al camino correcto.
En mayo, 1967, los seres prometieron a los contactos silenciosos que una gran falla de la energía se aproximaba. El cuatro de junio de 1967 la guerra árabe-israelí estalló en el Medio Oriente. La siguiente mañana, el 5 de junio, sucedió una falla de energía en cuatro estados del noroeste de Estados Unidos. Más tarde en mayo, los seres habían declarado que el Papa Pablo VI visitaría Turquía en los próximos meses y sería sangrientamente asesinado y esto precipitaría los desastres. Semanas más tarde el Vaticano anunció que el Papa estaba planeando visitar Turquía en julio. El pánico cundió en los círculos secretos de los contactos.
Me quedé asombrado cuando descubrí que estos mismos rumores estaban oyéndose en la comunidad hippie de Nueva York. La gente empezó a telefonearme más tarde para preguntarme a dónde iba a ir el dos de julio. Yo no iba a ir a ninguna parte. Me rehusé a unirme al éxodo y Manhattan no se hundió en el mar.
El Papa no fue asesinado ese fin de semana, felizmente, pero yo vi varios OVNIS. Parecían seguirme, y en octubre tuve una llamada de larga distancia con uno que se decía ovninauta. Me advirtió que pronto habría un gran desastre en el río Hudson y que mucha gente se ahogaría. También me dijo que esperara un suceso desagradable cuando el presidente Johnson encendiera las luces del árbol de Navidad en diciembre, implicando que un enorme apagón se produciría en cuanto el presidente conectara el switch.
El 15 de diciembre el presidente Johnson llevó a cabo la acostumbrada ceremonia del encendido del árbol en la Casa Blanca. Puesto que yo estaba esperando un gran apagón, alerté a algunos amigos (que deben haber pensado que yo estaba chiflado) y se reunieron en mi departamento Dan Drasin, el productor de televisión y otro amigo que es oficial de policía. El presidente empujó el switch, el árbol se encendió y la multitud gritó de alegría. Todo salió según se había programado. Los sistemas de energía de la nación no fallaron.
Pero treinta segundos después de que el árbol fue encendido, un locutor de radio interrumpió las noticias con un anuncio de última hora: —Un puente entre Gallipolis, Ohio, y Virginia Occidental se han derrumbado —dijo sobriamente—. Estaba cargado de tráfico. Todavía no hay detalles sobre el accidente.
Yo estaba anonadado. Había solamente un puente en esa sección del río. El puente Silver entre Point Pleasant, Virginia Occidental y Ohio.
Paquetes de Navidad estaban flotando en las obscuras aguas del Ohio.

EL MUNDO TERMINO ANOCHE...

Unas pocas horas después del colapso del puente Silver, al otro lado del mundo, el primer ministro de Australia decidió ir a nadar a su playa favorita. Desapareció. Su cuerpo nunca salió a la playa. Los elementales lo habían predicho.
Algunas predicciones son increíblemente exactas, tan precisas que no hay factores de coincidencia o adivinanzas afortunadas, pero en otras, los ultraterrestres introducen a un bromista.
En 1965, Dino Kraspedon cuyo verdadero nombre era Aladino Felix escribió un libro titulado My Contact with Flying Saucers (Mi Contacto con los Platillos Voladores). Más tarde surgió como un profeta de hechura propia y advirtió de un desastre que tendría lugar en Río de Janeiro. Las inundaciones y desplazamientos de tierra azotaron un mes más tarde matando a 600 personas. En 1966 profetizó que un cosmonauta ruso moriría pronto y en el otoño de 1967 apareció en la televisión de Brasil para discutir el asesinato de Martin Luther King y del senador Robert Kennedy.

DISTORSION Y DISTENSION DEL TIEMPO 

Hay muchos ejemplos documentados en los que objetos y seres humanos han sido transportados instantáneamente a grandes distancias por una fuerza sobrenatural que desafía toda explicación. Esta fuerza parece operar fuera de los límites humanos del tiempo y el espacio. En teoría tales fenómenos podrían ser causados transformando los átomos de energía en un rayo trasmisible, proyectando ese rayo a un punto distante con la velocidad de la luz, y después reconstruyendo los átomos originales. Algunos científicos piensan que éste puede ser un proceso factible para nuestra floreciente tecnología.
Pero alguien más lo ha estado haciendo por siglos.
Algunos de los mejores libros sobre los OVNIS relatan casos en los que seres humanos fueron repentinamente trasportados por el tiempo y el espacio involuntariamente. Períodos inexplicables de amnesia total son un aspecto clave del fenómeno. He recibido más de cien reportes en los que los testi
gos han perdido de cinco minutos a varias horas después de avistar un objeto volador no identificado.
Hay otro tipo de experiencia que llamo comprensión. En ella, el testigo sufre una secuencia de eventos que parecen consumir un período específico. Después descubre que solamente han pasado unos cuantos minutos, aunque la secuencia pareció consumir horas. La comprensión de tiempo es común entre los contactos que piensan que han sido llevados a visitar otros planetas.
No creo que ninguna de estas personas sufre directamente de locura. La evidencia parece indicar que sus mentes son manipuladas por una influencia exterior y que algunas veces su intelecto es incapaz de digerir la información que se les da y su estructura emocional es incapaz de retener su estabilidad a la faz de estas experiencias. Por eso algunas de estas personas se desequilibran por la presión de los acontecimientos, o los malinterpretan.
Lo que esto realmente significa es que alguien o algo tiene en realidad el poder de poseer completamente y controlar la mente humana. Los seres humanos pueden ser manipulados con el poder que es usado para propósitos tanto buenos como malos.
¿Supone que el plan es procesar a millones de gentes y después en una fecha futura hacer uso de todos ellos a la vez? ¿Tendríamos un mundo de santos? ¿O tendríamos un mundo de maniáticos disparándose los unos a los otros desde todos los lugares de la Tierra?


(Reproducido de OVNI: Operación caballo de Troya, John A. Keel. Editorial V Siglos, México 1975).
Artículo publicado en la revista Contactos Extraterrestres (Vol. 1 No 1, 8 de Diciembre,1976)

Fuente: http://elsurdelgrantriangulo-pablo.blogspot.com

sábado, 16 de junio de 2018

Hace 60 años comenzaban los archivos X en Uruguay

La fundación del Ciovi, un grupo pionero de investigación en Sudamérica.

El 29 de abril de 1958 el Ciovi se reunió por primera vez. Foto: archivo El País

Hace 60 años un grupo de veinteañeros uruguayos formó una institución pionera en América del Sur en el estudio del fenómeno ovni. El Centro de Investigación de Objetos Voladores Inidentificados (Ciovi) se mantuvo activo durante prácticamente medio siglo. Y de hecho los dos sobrevivientes del grupo fundacional, Milton Hourcade (quien vive desde hace muchos años en EE.UU.) y Germán Vázquez, con 80 años en promedio, continúan atentos a lo que ocurre en el mundo con el fenómeno, que todavía es muy taquillero para Hollywood.

"Teníamos un interés juvenil de explorar algo que aparentemente estaba ocurriendo en el Norte y en otros lugares del mundo, y que era un gran misterio. En definitiva, después pudimos determinar que estaba un poco inflado y que en cierto modo se estaba usando para ocultar alguna que otra cosa que se estaba haciendo por ahí, como para distraer la atención. Además, estábamos incentivados por el cine de la época, que era nuestro hobby", comenta Vázquez a El País.
El 29 de abril de 1958, el Ciovi se reunió por primera vez. Lo que para muchos era una utopía, fue abordado de forma seria y metódica por este grupo de muchachos que más de una vez fueron tildados de "locos". Tan en serio se lo tomaron, que el sistema de investigación del Ciovi sería adaptado, años después, por la Fuerza Aérea Uruguaya, donde funciona, desde fines de la década de 1970, la Comisión Receptora Investigadora de Denuncias Ovni (Cridovni), que todavía hoy estudia casos de avistamientos y cada tanto emite comunicados explicando los fenómenos.

"Prendimos la mecha de algo que después se iría expandiendo y que se nos fue un poco de las manos, porque la cosa se hizo demasiado grande y nos vimos comprometidos a cumplir. Nos habíamos metido en un campo que poca gente conocía, tuvimos que partir prácticamente de cero. En esas épocas la mayoría de los grupos o de la gente que se dedicaba a eso lo hacían buscando trascendencia o algún tipo de beneficio personal. Desde el primer momento, cuando salimos por primera vez en la prensa, nos comprometimos a tener un enfoque serio. Tuvimos que elaborar métodos de investigación, formularios de registro y prepararnos en alguna que otra disciplina", recordó Vázquez.

El grupo original hizo después una convocatoria por radio para que ingresaran otras personas. Se fijó una reunión que se llevó a cabo en la Asociación Cristiana de Jóvenes, a la que concurrieron más de 40 personas. Al final, el Ciovi quedó constituido por un Consejo Directivo (que integraban los fundadores) y otro conjunto de interesados en el tema.

Primeros pasos

El grupo fue muy numeroso al inicio, pero al poco tiempo se decantó. A fines de los 50 y comienzos de los 60, era todo mucho más difícil.

"Si teníamos que ir a Artigas por un caso, había que hacerlo en tren o en algún avión que consiguiéramos, o en ómnibus que era más lento todavía. Todo eso nos demandaba muchísimo esfuerzo; hoy día, con lo que se ha avanzado en las comunicaciones, sería todo mucho más fácil", reflexiona Vázquez.

"Quedamos poco más de diez personas, que estuvimos trabajando en el tema por más de 20 años. Nos complementábamos muy bien, porque cada uno de nosotros tenía una especialización distinta. Fuimos a todos los lugares que había que ir, entrevistamos a toda la gente que veía cosas, y arrancamos de cero, porque no había criterios de investigación en Uruguay y prácticamente en América tampoco. Creamos nuestros propios sistemas de investigaciones, nuestras fichas, e hicimos contactos dentro y fuera del país", recuerda.
Hoy quedan dos sobrevivientes de aquel grupo fundacional: Milton Hourcade y Germán Vázquez. Foto: archivo El País
"También creamos un Consejo Consultivo en el que participaban técnicos de distintas áreas. Por ejemplo, si el caso ameritaba consultar a un especialista en aviación, lo hacíamos. Si encuadraba dentro de lo que podía ser un fenómeno meteorológico, recurríamos a un técnico específico. Si había marcas o huellas, consultábamos a la Facultad de Agronomía", añade. Y recuerda que "de cada 100 casos que investigábamos en Uruguay, 99% eran explicables. Y el restante 1% quedaba con el rótulo provisorio de Ovni, es decir, Objeto Volador No Identificado".
La seriedad en el abordaje del tema, a diferencia de algunos "cuentamusas" que vivieron explotando el fenómeno, fue una característica del Ciovi durante toda su existencia. Milton Hourcade publicó 50 años después, como resumen de toda una vida de dedicación al tema, el libro Ovnis, la agenda secreta, una investigación que según la opinión de Vázquez "no se vende porque es seria y no habla de imaginaciones".
Imagen fraudulenta, un ovni ingresando a los bañados de Rocha (“armada” con un tapón de goma, un alambre y algo de arena mojada). Foto: archivo El País
SIGLO XX
La euforia y el negocio en torno a los "marcianos"

Cuando se le pregunta al exintegrante del Ciovi Germán Vázquez si existen los alienígenas, no duda al responder: "Es muy probable que existan, eso para mí es un hecho casi innegable. Pero sobre contactos y abducciones, por ejemplo, no hay nada probado".

El mito de los "platillos voladores" comenzó en Estados Unidos el 24 de junio de 1947, cuando el piloto civil Kenneth Arnold avistó desde su avioneta nueve objetos reverberantes que, velozmente, "picaban" y subían entre los picos de Mount Rainier, en el estado de Washington.

Un mes después del avistamiento de Arnold, el llamado "incidente Roswell" sacudió al mundo. En las cercanías de Roswell, en Corona, estado de Nuevo México, el 3 de julio de 1947 un objeto desconocido explota produciendo extraños escombros en una finca rural. La prensa publicó que había caído un plato volador, aunque después el gobierno salió a desmentirlo. Se han escrito muchos libros y rodado películas sobre los presuntos sucesos, tanto novelas de ficción como informes serios y elaborados. Y en Roswell todo gira en torno a los ovnis y los extraterrestres, como en Orlando ocurre con Mickey Mouse.

El mito de la estancia La Aurora de Paysandú

Una noche a mediados de la década de 1970 un estanciero de Paysandú salió de su casa creyendo que el gallinero se estaba incendiando. Se dirigió con sus hijos hacia el lugar y vio que las aves estaban a salvo, pero alborotadas porque un viejo ombú estaba en llamas. Aparentemente, había un perro muerto y otras señas curiosas en el terreno, como un generador de electricidad quemado y un conjunto de cables retorcidos. Todo hacía suponer que la caída de un rayo había causado tal desorden. Pero según narraron el hombre y sus hijos después, algo absolutamente fuera de lo normal había ocurrido: una fuerte luz pendular de unos tres metros de diámetro descendió del cielo para, segundos después, ascender verticalmente e introducirse en otra de mayores dimensiones con forma de triángulo isósceles. Se dice que mientras la luz se alejaba, ocurrió un apagón en la ciudad de Salto, ubicada a diez kilómetros de distancia.

El mito de la estancia La Aurora, ubicada entre Salto y Paysandú. Foto: archivo El País

El estanciero en cuestión era Ángel María Tonna y su estancia La Aurora, una propiedad que se transformaría pronto en una auténtica romería extraterrestre.

Según los exintegrantes del Ciovi, este hecho que durante décadas se asoció a los extraterrestres y a los platillos voladores nada tiene que ver con el fenómeno y la posibilidad de vida inteligente en otros planetas.

Fuente: www.elpais.com.uy

martes, 12 de junio de 2018

“Si no se nos parecen en nada, sería muy difícil entender un mensaje extraterrestre”, dice la lingüista Itziar Laka

El primer contacto es un clásico de la ciencia ficción: nos encontramos con otra especie inteligente y establecemos comunicación con ella. Al lego le parece obvio, pero a Itziar Laka, catedrática de Lingüística y directora del grupo de investigación La Mente Bilingüe en la Universidad del País Vasco, no. Hace unos días presentó en Bilbao La llegada, la película de Denis Villeneuve en la que una lingüista se enfrenta al reto de descifrar un lenguaje alienígena, en la segunda sesión del ciclo de cine y ciencia Ahí fuera, organizado en el Azkuna Zentroa por la Filmoteca Vasca y el Donostia International Physics Center.
– ¿Entenderíamos un mensaje extraterrestre?
– Depende de cuánto se nos parecieran sus emisores.
– Es muy posible que poco, porque nosotros somos un producto de la evolución en este planeta.
– Tienen que parecerse a nosotros un poco para, primero, concebir la comunicación como nosotros. Si se trata de formas de vida que no tengan que ver ni con el carbono, puede que no entendiéramos jamás sus mensajes. Y a ellos les podría pasar lo mismo con los nuestros. Todo depende de cuánto compartamos.
– ¿Y si somos completamente diferentes?
– Si no compartimos nada, si no se nos parecen en nada, creo que sería muy difícil, muy difícil.
– ¿Podríamos estar siendo bañados por mensajes extraterrestres y no detectarlos porque su tiempo es diferente…?
– … O porque no podemos siquiera percibirlos. Aquí hay dos cosas. Una, darte cuenta de que algo es un mensaje, lo que ya tiene mucha miga, y otra entenderlo. Si no nos parecemos en nada, incluso no nos daríamos cuenta de que hay un mensaje.
El canto de los pájaros
– En películas como ContactEncuentros en la tercera fase y La llegada, la comunicación es fácil.
– Es que en esas películas son los alienígenas los que quieren comunicarse con nosotros. Entonces, asumimos que han hecho un esfuerzo previo para entender nuestro sistema de comunicación.
– En nuestro caso, no hemos descifrado el lineal A cretense, y lo inventaron humanos como nosotros.
– Eso es una forma de escritura y descifrarla es trabajo de los filólogos, no de los lingüistas. La tarea del lingüista sería describir la lengua en la que está escrito el lineal A. Iría adonde vive esa gente y haría trabajo de campo para conseguir una descripción de esa lengua. De todos modos, al hablar del lenguaje solemos dar por sentadas muchas cosas.
– ¿Por ejemplo?
– ¿Qué es lo que hay en el planeta que, por su forma y naturaleza neurocognitiva, más se parece al lenguaje humano? El canto de los pájaros. Imagínate que te pusieras a descifrarlo. Descubrirías que, como el lenguaje humano, combina elementos discretos para formar otros más grandes -que son como sintagmas o frases , hay temas y se van repitiendo. Si me pongo a intentar descifrarlo y doy por cierto que va a tener palabras, les buscaré un significado, pero el canto de los pájaros no funciona así.
– ¿Cómo funciona?
– Es una especie de sintaxis sin semántica. Solo sirve para decir que estoy muy sano, este es mi territorio, que vengan las hembras… Y no como lo estoy diciendo. ¿Es un sistema de comunicación? Sí. ¿Tiene alguna de las propiedades del lenguaje humano? Sí. ¿Qué le falta? Un significado paralelo al humano. Hay una mutación en el gen FoxP2 que tenemos los pájaros canores y nosotros, pero no los chimpancés. Esa mutación nos hace capaces de procesar y producir rápidamente sonidos que son de una dificultad de articulación brutal.
– Con los pájaros, los delfines y los chimpancés tenemos una historia evolutiva común…
– Los pájaros, los delfines, los chimpancés y nosotros estamos hechos de la misma pasta. Compartimos algo y aún así es difícil. Con un chimpancé nos podemos comunicar con vocalizaciones, aunque no entenderá si le digo: “Mañana no voy a estar contigo”. Pero es que tampoco él puede comunicar eso.
– Si nos vamos a otros mundos, puede que sus habitantes perciban la realidad de otro modo.
– Si un alienígena no tuviera ojos, ya tendríamos un problema. Damos demasiadas cosas por supuestas. En La llegada hay un momento en que la lingüista se da cuenta simplemente de que tomamos turno. Es algo que damos por sentado. Fíjate en cómo hablamos los humanos: yo estoy hablando un rato, tú estás otro rato; yo estoy un rato, tú estás otro rato… No concebimos otra manera de comunicarnos, pero podría haber alienígenas que conversaran simultáneamente. En La llegada, además, los calamares son realmente distintos de nosotros y perciben la realidad de un modo completamente diferente.
– Carl Sagan y otros ven en las matemáticas y la física la piedra Rosetta de la comunicación con inteligencias extraterrestres.
– Con todo el respeto del mundo, me parece un poco arrogante pensar que, como esos campos describen fenómenos que presumiblemente son generales al Universo, la manera en que nosotros concebimos y explicamos esos fenómenos tiene que ser común a todas las especies inteligentes.
Fuente: http://magonia.com/

miércoles, 6 de junio de 2018

España: El increíble encuentro con un humanoide, en Punta Carnero

CÁDIZDIRECTO/Jose Manuel García Bautista.- Una de las zonas más activas en la provincia de Cádiz, en materia OVNI, es Algeciras, donde los No Identificados han dejado buenas muestras de su presencia con el alto grado de extrañeza que implica. Hoy les quiero llevar a conocer  un caso muy importante que se dio en Punta Carnero.



Sucedió en 1966 y su protagonista sería un médico conocido, el doctor Rivera, que tenía su consulta profesional en Algeciras. Aquel caluroso día “algo” le impulso, le obligó, a dejar la consulta y salir en su moto para hacer unas fotografías pues era un gran aficionado a ella.
Con la inquietud en el cuerpo por aquel extraño impulso conducía en dirección a Punta Carnero, eran las 16:00 h., hacía mucha calor, un silencio extraño reinaba en el lugar y se dejó llevar, conducía su moto sin rumbo fijo hasta llegar a una zona determinada, un punto en el bosque, siguiendo aquella polvorienta carretera, donde se iba a encontrar con lo imposible.
En una zona determinada aparcó la moto, en mitad de aquel sitio siente que hay “algo” en torno a él,  estaba en alerta, sentía “algo”, pensaba que algo podía pasar pero, a la vez, es consciente que no hay nadie, que está solo pero le extraña que es ese impulso que lo ha llevado hasta allí.
El doctor Rivera tomó nuevamente su moto y avanza unos cientos de metros, pero siente que algo lo está vigilando, él se va girando poco a poco, cada tramo en el trayecto, llega un momento en el que detiene la moto intranquilo por la situación; en ese momento puede ver una figura imposible, era como una especie de sombra negra, se desplazaba como “de puntillas”, lentamente… Rivera creía que podía ser un niño pero ese “caminar” como flotando no era normal.
Aquel ser no estaba demasiado lejos del impresionado doctor, puede verlo perfectamente y hacer un retrato robot. El extraño ser humanoide era deforme, de 1,20 metros de estatura, negro -llega a pensar que era simiesco simio-,  de nariz aguileña, cabeza grande, brazos largos, anormalmente largos… Y entonces, mientras está viendo a ese ser, comprueba que está paralizado, que apenas se puede mover…
El humanoide se mete en la espesura del bosque y Rivera sale corriendo tras el ser, lo persigue y observa, lo ve de espaldas, se desplaza de una forma extraña y esquiva los árboles. El doctor siente miedo y piensa que, quizás, sea un humanoide que lo lleva a un lugar para atraparlo, una trampa en la que está cayendo, está aterrorizado por la situación y la vivencia. Por todo ello deja de perseguirlo y regresa tras sus pasos, en ese momento algo le sorprende: siente un sonido y ve una esfera, algo luminoso por donde está el ser negruzco.
El doctor toma su cámara y realiza dos fotografías, una de ellas capta una luz que se corresponde con el fulgor que él mismo ha descrito. Nunca se supo que sucedió aquel 26 de agosto de 1966 en Punta Carnero y que nuestro testigo, el doctor Juan José Rivera, jamás olvidará.

*Recreación del humanoideJosé Antonio Caravaca.

Fuente: https://www.cadizdirecto.com